jueves, 9 de julio de 2009

El machismo en la literatura III

“Se acordaba de Nívea, la madre de Rosa, quien después que su marido renunció a la política, aterrado por el aguardiente envenenado, inició su propia campaña política. Se encadenaba con otras damas en las rejas del Congreso y de la Corte Suprema, provocando un bochornoso espectáculo que ponía en ridículo a sus maridos. Sabía que Nívea salía en la noche a pegar pancartas sufragistas en los muros de la ciudad y era capaz de pasear por el centro a plena luz del mediodía de un domingo, con una escoba en la mano y un birrete en la cabeza, pidiendo que las mujeres tuvieran los derechos de los hombres, que pudieran votar y entrar a la universidad, pidiendo también que todos los niños gozaran de la protección de la ley, aunque fueran bastardos.
—¡Esa señora está mal de la cabeza! —decía trueba—. Eso sería ir contra la naturaleza. Si las mujeres no saben sumar dos más dos, menos podrán tomar un bisturí. Su función es la maternidad, el hogar. Al paso que van, cualquier día van a querer ser diputados, jueces ¡hasta Presidente de la República! Y mientras tanto están produciendo una confusión y un desorden que puede terminar en un desastre. Andan publicando panfletos indecentes, hablan por la radio, se encadenan en los lugares públicos y tiene que ir la policía con un herrero para que corte los candados y puedan llevárselas presas, que es como deben estar. Lástima que siempre hay un marido influyente, un juez de pocos bríos o un parlamentario con ideas revoltosas, que las pone en libertad… ¡Mano dura es lo que hace falta también en este caso!”

ALLENDE, Isabel: La casa de los espíritus (1982)

Descubrir la libertad enterrada

Artículo escrito en el Avui del día 8 de julio de 2009 por Borja Franco Garzón:

“ “Se apreta alrededor de la cabeza y te duele mucho. Es muy cerrado, y deja pasar tan poco aire que pronto empiezas a sudar. Además, tienes que estar muy atenta a por dónde caminas, porque no te ves los pies”. Así describe la escritora Asne Seierstad el burca, una prenda de ropa que sólo permite a las mujeres ver a través de una ventanilla.
Entre 1996 y 2001 todas las mujeres afganas estaban obligadas a ir con burca, símbolo de la discriminación del gobierno talibán, que se basaba en una interpretación muy estricta de la chara (ley islámica). El velo integral escondía a la mujer en una prisión ambulante que asfixiaba sus derechos y su libertad.
Al deber de llevar el burca se añadían muchos otros, como el hecho de no poder salir solas a la calle, no poder ir a la escuela ni a trabajar, no poder maquillarse (era un símbolo occidental), no poder reír en voz alta ni aparecer en la radio o la televisión. La que vulneraba estos requisitos era castigada física y verbalmente.
“La situación ha cambiado respecto a aquella época porque ahora los hombres y las mujeres son iguales ante la ley”, afirma Orzala Ashraf, activista afgana (…). “Pero en la práctica las mujeres siguen estando muy discriminadas”.
Las cifras del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para las Mujeres (UNIFEM) lo constatan: Afganistán es el penúltimo país en el índice de desarrollo femenino. El 87% de las mujeres son víctimas de violencia, el 85% son analfabetas, y el índice de mortalidad materna es el segundo más alto del mundo.
“El problema es que Afganistán es un país básicamente rural que tiene muy en cuenta la tradición”, explica Mònica Bernabé, directora de la Asociación para los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA). Asimismo, por ejemplo, la mayoría de los matrimonios son arreglados, y la familia de la mujer es la que escoge al marido, que tiene que pagar una dote.
“Esto hace que los hombres piensen que la mujer es suya y que pueden hacer con ella lo que quieran”, señala Bernabé. También impulsa las familias, que necesitan dinero, a casar a sus hijas muy pronto (el 57% se casan antes de cumplir los 16 años).
ASDHA nació a raíz de un viaje que hizo Mònica a Afganistán durante la época de los talibanes. Visitó casas privadas de la capital, Kabul, que servían como escuelas clandestinas para mujeres. (…) Actualmente trabajan con mujeres drogodependientes y mujeres que están en la cárcel: “Muchas de las presas han sido inculpadas por delitos que no han cometido” explica Mònica, “ya que el marido puede acusar a la mujer de un crimen perpetrado por él y puede denunciarla por adulterio si pasa una noche fuera de casa, o incluso si ha sido violada”, concluye.
(…)
La herencia de tres décadas de conflictos y la mentalidad conservadora de la sociedad dificultan la liberación y el apoderamiento de la mujer, que, si bien ha mejorado su posición en la esfera pública, sigue estando muy discriminada y menospreciada en el ámbito privado.”

Escenas románticas literarias XII

“Para el final había la escena de la boda. El capitán había cedido y había permitido que Alyona se casara con el oficial. Los recién casados se miraban, y los otros bebían vodka.
—Nunca me voy a casar —susurró Tariq.
—Yo tampoco —dijo Laila, pero no antes de un momento de duda y de nervios. No quería que su voz delatara su decepción por lo que él había dicho. Con el corazón al galope, añadió, más convencida que antes: —Nunca.
—Las bodas son estúpidas.
—Todos los preparativos.
—Y todo el dinero que se gasta.
—¿Para qué?
—Para ropa que nunca más volverás a llevar.
—¡Ha!
—Si algún día me caso —dijo Tariq—, tendrán que hacer espacio para tres personas: yo, la novia, y un tío que me esté apuntando con una pistola.
El hombre de la fila delantera los reprendió con otra de sus miradas.
En la pantalla, Alyona y su nuevo marido sellaron sus labios.
Mirando el beso, Laila sintió, de repente, que estaba llamando la atención. Se dio cuenta de inmediato de los golpes de su corazón, de la sangre agolpándose en sus oídos, de la presencia de Tariq a su lado, serio, quieto. El beso continuaba. Laila intentó no moverse ni hacer ruido. Sentía que Tariq la estaba mirando, con un ojo en el beso y el otro en ella, igual que ella lo estaba mirando a él. Se preguntó si estaría escuchando el aire que entraba y salía precipitadamente por su nariz, esperando la más mínima falta, una irregularidad reveladora, que traicionaría sus pensamientos.
¿Y cómo sería besarlo a él, sentir su pelo crespo de su labio cosquilleando sus propios labios?”

HOSSEINI, Khaled: Mil soles espléndidos (2007)

Fanatismo

Artículo escrito por Sebastià Alzadora en el periódico Avui, día 8 de julio de 2009:

“Si no estuviera, nos lo tendríamos que haber hecho construir con bastoncillos y un cordel. Hace un par de días, José María Aznar, de oficio expresidente de la España Grande, volvió a emerger de las profundidades abismales para transmitirnos un nuevo mensaje de buena voluntad. El hombre del bigote evanescente se dignó a referirse a la nueva ley de educación de Cataluña (LEC para los amigos) y afirmó que se trata de una normativa (…) “hija del fanatismo y del sectarismo”, y añadió que “agrede los derechos fundamentales de las familias y nos empobrece como sociedad, empezando por los que la sufren”. También afirmó que el propósito de la nueva ley no es otro que “erradicar la enseñanza del español en la escuela” y, por si no había quedado suficientemente clara su opinión sobre la cuestión, aún arguyó que “no nos encontramos ante un problema lingüístico, sino ante un problema de violación de los derechos de las personas. Nos encontramos ante un enorme error, que sobre todo pagarán muy caro los niños catalanes”.
Eso del sectarismo y del fanatismo, por si no se había entendido, iba por los partidos catalanes que han hecho posible la aprobación de la ley (PSC, ERC y CiU). Los de los derechos violados, querido lector, somos usted y yo, y sobre todo esos niños condenados a la hecatombe escolar sin piedad ni misericordia. Bien, en todo caso, se le tiene que agradecer al señor Aznar la claridad expositiva y, sobre todo, que acabe de decir aquello que a sus entusiastas camaradas de la prensa se les había quedado en la cabeza (…). En efecto, los periódicos adictos a la España eterna y ultramontana se habían limitado a denunciar que la LEC consumaba la secesión lingüística, o que alejaba Cataluña de España. Aznar habla directamente de violaciones de derechos de las personas, y de niños que mearán sangre. Siempre es un consuelo oír decir las cosas claras.
Aquí, de mientras, pensábamos que la LEC nacía para dar respuesta a los numerosos problemas que padece el sistema educativo catalán, y nos parecía bien que los tres partidos con más representación parlamentaria, tanto en el Gobierno como en la oposición, hubieran sido capaces de ponerse de acuerdo. Deben de ser los efectos del fanatismo, que nos ha cegado.”