domingo, 1 de noviembre de 2009

¡Rompamos clichés!

Bien, escribo esto porque acabo de leer un artículo en el segundo número de la revista RománTica’s, y me he quedado perpleja. Sorprendida, desagradablemente sorprendida. Me revienta que en pleno siglo XXI sigamos siendo tan convencionales y clásicos, y que repitamos con lo mismo que se llevaba en el siglo XVII, por lo menos. Parece que los gustos de las lectoras de novela romántica no han cambiado. El argumento siempre es el mismo, los perfiles del chico y la chica son siempre los mismos…

A ver, para que quede claro, porque estoy empezando a escribir de forma desordenada, y sin organizar mis ideas ni explicar nada, el artículo trataba sobre los gustos de las lectoras de novela romántica, sobre todo, en cuanto a protagonistas masculinos. Y las conclusiones a las que llegaba la autora del artículo eran que los hombres de estas novelas deben ser:

1. Ricos. Nada de chicos pobres, tienen que ser condes por lo menos, o si son modernos, banqueros, que les sobre el dinero.
2. Guapos. No valen los chicos feos, ni bajos, ni tontos. Tienen que ser físicamente perfectos.
3. Con experiencia sexual. Tampoco valen los vírgenes. Eso sí, las chicas no deben haber tenido ninguna experiencia previa, deben perder su virginidad con el protagonista. Él, en cambio, cuantas más relaciones haya tenido previamente, mejor.
4. Con un buen potencial genital. Relacionado, por supuesto, con lo anterior.
5. Sin ningún desperfecto físico. Es decir, nada de cojos, ciegos, bizcos ni nada por el estilo. Pueden haber pasado por muchas guerras, pero deben estar enteros.
6. De origen norteño. Precedentes del norte de Europa, o como mucho, de América del Norte. Nada de sudamericanos o de africanos.

Bien, después de leer estas conclusiones, sólo puedo decirle a la autora de este artículo que se deje de manías. Eso va también por todas las lectoras que sigan estos puntos a raja tabla, por supuesto. No digo que los protagonistas masculinos deban incumplir alguno u otro de estos preceptos, pero tampoco hay que ajustarse a esas reglas como si fueran un corsé. Porque, mirando, con una sola ojeada a estos mandamientos, mis conclusiones respecto a las lectoras de romántica es que son:

1. Clasistas.
2. Racistas.
3. Machistas.
4. Superficiales.

¿No ven que se lo ponen muy fácil a la crítica, de esta manera, para que tilde a las novelas románticas de cursilonas, machistas y fáciles? Respecto a las conclusiones que he sacado yo:

1. Vivimos en un mundo capitalista. Qué remedio.
2. Qué pena. ¿Son más guapos los rubios que los morenos, los de piel clara a los de piel oscura? ¿Cambia una mente según su procedencia?
3. Por favor, por favor, por favor. ¿Qué es esto de que en el siglo XXI aún nos rijamos por los clichés de la virginidad o no de los protagonistas? Si el chico tiene derecho a no serlo, la chica también, y viceversa. ¿Por qué siempre tiene que ser él el que lleve la voz cantante? ¡Luego nos quejamos de que hoy en día siguen la violencia de género y la discriminación sexual de la mujer! ¡No me extraña, si seguimos leyendo esos ejemplos!
4. Por favor. Está claro que vivimos en un mundo capitalista (¿lo he mencionado antes?) y de apariencias, que lo que importa es el físico, pero, ¿qué? ¿Tenemos que discriminar a todos los feos o qué? ¿Realmente el ideal masculino de estas lectoras es un hombre con un buen cuerpo y una cara bonita que las maltrate (aunque eso no se especifique en el curso de la novela, pero leyendo algunas de ellas, es previsible que, después de la boda final, el protagonista acabará apaleando a la chica)? ¿realmente somos tan inmaduros que sólo sabemos apreciar el físico y no sabemos ver más allá?

En fin, no sé qué más decir. Me gustaría pedir que las novelas cambiaran, que las autoras dirigieran sus obras a un público más moderno, ¿pero qué caso tiene? En todo caso, yo siempre rezaré porque algún día la novela romántica aparezca como algo moderno, sin discriminaciones a la mujer, y aceptado por la crítica. ¡Que alguna autora nos salve del régimen autoritario que se sigue en este género, por favor!

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